dimarts, 4 d’abril del 2017

ELS LECTORS RECOMANEN


Tasio Ortiz de Zárate, el brillante arqueólogo condenado por los asesinatos que aterrorizaron a Vitoria hace dos décadas, está a  punto de salir de prisión cuando los crímenes  se reanudan. En la Catedral Vieja, una pareja de veinte años aparece muerta por picaduras de abeja en la garganta. Pero solo serán los primeros.











A los veintidós años, sospechando que tenían el tiempo contado, Ichemi y Alma se atragantaron de amor para consumirlo entero, pero mientras más intentaban agotarlo, más imprudente era el deseo, y quien diga que todo fuego se apaga tarde o temprano, se equivoca: hay pasiones que son incendios hasta que las ahoga el destino de un zarpazo y aún así quedan brasas calientes listas para arder apenas se les de oxígeno.








En una pequeña ciudad de Mississipi, un domingo de octubre de 1988 se encuentra el cadáver de Seth Hubbard, un acaudalado propietario, colgado de un árbol. En su casa ha dejado una nota de suicidio, donde cuenta que ha decidido acabar con los sufrimientos que le ocasionaba el cáncer de pulmón que padecía.
El racismo sigue siendo un elemento palpable en esta localidad. Jacke Brigance, un abogado blanco, es uno de los pocos sin prejuicios raciales. El lunes por la mañana, Jake recibe un sobre con el nuevo testamento de Hubbard, que revoca el anterior, y con el que el difunto deshereda a sus dos ex esposas y a sus hijos. El noventa por ciento de sus propiedades las heredará Leticia Lang, una mujer negra a quien Hubbard contrató para las labores domésticas hace tres años y que después se convirtió en su cuidadora.
La controversia que suscitará el contenido del nuevo testamento convertirá la inevitable demanda legal en un auténtico circo donde la familia recurrirá a todo tipo de argumentos para impugnar la última voluntad del fallecido…


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